viernes, 30 de abril de 2010

Hoy que ya es tarde y después de un día agotador, haré un descanso para dejar que la mente se despeje.
Innaguraré una nueva sección en el blog, Historias de un autobús, contaré anécdotas las cuales suceden en los autobuses que cada día tomo para ir de un lugar a otro.

Siempre pensé en escribir cada historia que me sucedía, me contaban o veía en el autobús, y aprovechando esta cueva de los secretos compartiré con vosotros estas historias.

HISTORIAS DE UN AUTOBÚS I

Esta mañana he vuelto a recordar lo mucho que me gusta escuchar a las personas mayores, aquellas que cuentan historias de su vida y te muestran sus sabios conocimientos, que poco a poco le han ido dando los años.

Yo iba en el autobús, camino de la universidad hablando normalmente con un amigo, hablábamos de nuestros estudios y de los ciclos formativos, realmente esto no importa mucho para lo que quiero contar; pero teniendo esta conversación le comenté a mi amigo, ``lo importante para trabajar es tener las ideas claras y luchar por ello´´.

En ese momento el silencio se apoderó del espacio de aquel autobús y mis palabras hicieron eco por los asientos del fondo. Escuché una voz a mi derecha que me decía,

-¡No te confundas!

Yo no salía de mi asombro, como iba a dudar de la frase que dije segundos antes, si tan seguro estaba de lo que decía, poco después supe que mis palabra no eran tan ciertas.

Cuando me giré, comprobé que me había hablado un anciano que se sentaba a mi lado, para empezar una conversación con el dije:

-¿ Por qué señor?

-Porque si eres demasiado listo te echan.

Eso me contestó y no puede evitarlo pero una tímida sonrisa se escapó entre mis labios. El hombre, Manuel se llamaba y me contó que tenía más de 70 años, me razonó lo que me quería transmitir, y como yo ya me imaginaba a él lo habían despedido por ser demasiado listo.

Este hombre trabajaba en Coria en la fábrica de arroz, la labor que despeñaba la hacía tan bien, que al encargado no le resultaba rentable, ya que no podía pagarle todo lo que era capaz de trabajar, el encargado sin ningún tipo de remordimiento de conciencia lo despidió, y él se quedó sin trabajo.

Yo dije:

-Claro, ¿ seguro que eso fue en la época de franco verdad señor?.

Y el afirmó con la cabeza y dijo:

-Con ese, los trabajadores no éramos nada.

Continúo hablándome y me contó su nuevo trabajo, resulta que Manuel había trabajado para Galerías Preciado (antiguo Corteingles), trabajaba conduciendo los coches de esa empresa lo cual también era duro ya que por aquel tiempo los automóviles casi todos los días se estropeaban. Bueno, resulta que la persona que se encargaba de recibir las cartas del cartero y de repartirlas por las secciones de la empresa y sus trabajadores, tuvo que dejar el trabajo.

El encargado le encargó a Manuel que desempeñara este trabajo,....... mientras me contaba esto vi lágrimas en sus ojos y poco después me susurró:

- Yo no sabía leer…

Este hombre cuando le encargaron ese trabajo, cayó en enfermedad, me comentó él, pero poco a poco fue buscándose las estrategias para poder repartir las cartas, él le preguntaba al cartero que ponía en cada sobre, y él, que se aprendió todos los nombres de los trabajadores de la empresa, les hacía llegar a la persona su correspondiente carta. Le pregunté si aprendió a leer y me dijo con una sonrisa:

- Un poco, pero solo las palabras que solían venir en las cartas, la dirección, algunos nombres…

Yo le correspondí con otra sonrisa, me parecía imposible lo que ese hombre había hecho, pero era completamente cierto.

Él para terminar la conversación dijo una de las frases que jamás olvidaré en la vida, dijo:

- La pasión de Cristo, fue un rasguño comparado con lo que yo he pasado.

Os cuento esta historia para que todos seamos capaces de apreciar lo que tenemos, y de luchar por lo que queremos, pero…recordarlo siempre,¡ tened cuidado y no os paséis de listos!.

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